Dijo el Sr. Jesús:
Ustedes han oído que
se dijo: "Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo." Pero yo les digo:
Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su
Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y
que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los
aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de
impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes?
¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?
Por lo tanto, no se
angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya
sus problemas.
Traten a los demás
como ustedes quisieran ser tratados. Esta es la esencia de todo lo enseñado por
la ley y los profetas.
"Ama al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente." Éste es el
primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste:
"Ama a tu prójimo como a ti mismo." De estos dos mandamientos
dependen toda la ley y los profetas.
Si alguien quiere ser mi discípulo, que se
niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su
vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio,
la salvará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se
puede dar a cambio de la vida? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras
en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se
avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Ustedes juzgan según
la carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale, porque no soy yo
solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió.
Bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados.
Amaos los unos a los otros.
En esto conocerán que sois mis discípulos.
Traten a los demás
como les gustaría que los demás los trataran a ustedes.
Conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres.
Bienaventurados los de
limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los
pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios.
El que no está conmigo
está en contra mía.
Muchos son los
llamados y pocos los escogidos.
El que se enaltece será
humillado, y el que se humilla sera enaltecido.
De qué le sirve al
hombre ganar el mundo si pierde su alma.
El que esté libre de culpa
que tire la primera piedra.
No he venido a llamar
a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
Este pueblo de labios
me honra; pero su corazón está lejos de mí.
El mal no es lo que
entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.
No juzguéis a los
demás si no queréis ser juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis
habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos
vosotros.
Por sus frutos los
conoceréis.
Porque viendo no ven,
y oyendo no oyen, ni entienden.
Vosotros sois la sal
de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve
más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
Vengan en pos de mí, y
los haré pescadores de hombres.
Así que yo les digo:
pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la
puerta. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que
llama, se le abrirá.
Por lo tanto, no se
angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya
sus problemas.
Porque donde están dos
o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Hay más dicha en dar
que en recibir.
Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen.
En verdad te digo, que
hoy estarás conmigo en el paraíso.
Yo soy el camino, la
verdad y la vida.
Ama al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente. Éste es el primero y
el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: Ama a tu
prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los
profetas.
Yo soy la resurrección
El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
Yo soy el que Soy.
Cuanta riqueza
encontramos para nuestra alma, cuerpo y espíritu en la biblia
Dios amó tanto a la
gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo
el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
Jesús de Nazaret
@Carini777